HISTORIA
DE LOS MUNDIALES DE FÚTBOL
MUNDIAL
1958 – PARTE 4
WORLD
CUP 1958 –
COPA
DO MUNDO 1958
SEDES
– CIUDADES - ESTADIOS
Ciudad Estadio Capacidad
¹ En
los reportes oficiales de la FIFA se menciona que el estadio está
ubicado en Solna,
localidad perteneciente al Área Metropolitana de Estocolmo.
PAISES
PARTICIPANTES
Países
participantes
En
el torneo clasificatorio se inscribieron 53 países. Por primera vez
estaba asegurado un cupo para seleccionados de África y Asia.
Sin embargo, en las rondas finales,Indonesia, Egipto y Sudán se
negaron a enfrentar a Israel por
conflictos políticos. Israel, sin embargo, debía obtener una
victoria ante un lucky
loser para
poder participar. Del lado de los anteriores
campeones, Italia y Uruguay,
el primero fue eliminado a manos de Irlanda
del Norte y
el segundo a manos de Paraguay.
Tras vencer en los partidos de ida y vuelta a los israelíes, Gales
logró clasificar por primera vez a la Copa Mundial.
En cursiva,
los debutantes en la Copa
Mundial de Fútbol.
El proceso clasificatorio está disponible en Clasificación
para la Copa Mundial de Fútbol de 1958
PRIMER
MUNDIAL SIN JULES RIMET
Llegó
la magia del fútbol
El
torneo Mundial de 1958 comenzó sin su padre fundador: Jules Rimet,
quién había fallecido el 16 de octubre de 1956 en París a la edad
de 83 años.
DE
“FÚTBOL A SOL Y SOMBRA” DE EDUARDO GALEANO
“…João
Havelange conquistaba la corona brasileña en el negocio del fútbol,
mientras en el arte del fútbol un muchacho de diecisiete años,
llamado Pelé, se consagraba rey del mundo.
La consagración de Pelé tuvo lugar en Suecia, durante el sexto Campeonato Mundial. Participaron del torneo doce equipos europeos, cuatro americanos y ninguno de otras latitudes.
Los suecos pudieron ver los partidos en las canchas y también en sus casas. Ésta fue la primera vez que la Copa se transmitió por televisión, aunque sólo llegó en vivo y en directo al ámbito nacional y el resto del mundo la recibió después.
Ésta fue, también, primera vez que un país ganó la Copa jugando fuera de su continente. En el Mundial del 58, la selección brasileña empezó más o menos, pero fue arrolladora a partir del momento en que los jugadores se sublevaron y pudieron imponer al director técnico el equipo que ellos querían. Entonces, cinco suplentes se hicieron titulares. Entre ellos, Pelé, un adolescente desconocido, y Garrincha, que ya traía mucha fama desde Brasil y mucho se había lucido en los juegos previos, pero había sido excluido del Mundial porque los estudios psicotécnicos le habían diagnosticado debilidad mental. Ellos, suplentes negros de jugadores blancos, brillaron con luz propia en el nuevo equipo de estrellas, junto a otro negro de juego deslumbrante, Didí, que desde atrás les organizaba las magias.
Juego y fuego: el periódico World Sports, de Londres, dijo que había que restregarse los ojos para creer que aquello era cosa de este planeta. En las semifinales, contra la Francia de Kopa y Fontaine, los brasileños ganaron 5 a 2, y otra vez 5 a 2 en la final contra el dueño de casa. El capitán de Suecia, Liedholm, uno de los jugadores más limpios y elegantes de la historia del fútbol, convirtió el primer gol del partido, pero después Vavá, Pelé y Zagalo pusieron las cosas en su lugar, ante la atónita mirada del rey Gustavo Adolfo. Brasil fue campeón invicto. Cuando terminó el partido, los jugadores regalaron la pelota a su hincha más devoto, el negro Américo, masajista.
Francia ocupó el tercer lugar y Alemania Federal, el cuarto. El francés Fontaine encabezó la tabla de goleadores, con una lluvia de trece tantos, ocho de pierna derecha, cuatro de izquierda y uno de cabeza, seguido por Pelé y el alemán Helmut Rahn, que metieron seis.”
La consagración de Pelé tuvo lugar en Suecia, durante el sexto Campeonato Mundial. Participaron del torneo doce equipos europeos, cuatro americanos y ninguno de otras latitudes.
Los suecos pudieron ver los partidos en las canchas y también en sus casas. Ésta fue la primera vez que la Copa se transmitió por televisión, aunque sólo llegó en vivo y en directo al ámbito nacional y el resto del mundo la recibió después.
Ésta fue, también, primera vez que un país ganó la Copa jugando fuera de su continente. En el Mundial del 58, la selección brasileña empezó más o menos, pero fue arrolladora a partir del momento en que los jugadores se sublevaron y pudieron imponer al director técnico el equipo que ellos querían. Entonces, cinco suplentes se hicieron titulares. Entre ellos, Pelé, un adolescente desconocido, y Garrincha, que ya traía mucha fama desde Brasil y mucho se había lucido en los juegos previos, pero había sido excluido del Mundial porque los estudios psicotécnicos le habían diagnosticado debilidad mental. Ellos, suplentes negros de jugadores blancos, brillaron con luz propia en el nuevo equipo de estrellas, junto a otro negro de juego deslumbrante, Didí, que desde atrás les organizaba las magias.
Juego y fuego: el periódico World Sports, de Londres, dijo que había que restregarse los ojos para creer que aquello era cosa de este planeta. En las semifinales, contra la Francia de Kopa y Fontaine, los brasileños ganaron 5 a 2, y otra vez 5 a 2 en la final contra el dueño de casa. El capitán de Suecia, Liedholm, uno de los jugadores más limpios y elegantes de la historia del fútbol, convirtió el primer gol del partido, pero después Vavá, Pelé y Zagalo pusieron las cosas en su lugar, ante la atónita mirada del rey Gustavo Adolfo. Brasil fue campeón invicto. Cuando terminó el partido, los jugadores regalaron la pelota a su hincha más devoto, el negro Américo, masajista.
Francia ocupó el tercer lugar y Alemania Federal, el cuarto. El francés Fontaine encabezó la tabla de goleadores, con una lluvia de trece tantos, ocho de pierna derecha, cuatro de izquierda y uno de cabeza, seguido por Pelé y el alemán Helmut Rahn, que metieron seis.”
ASÍ
COMENZÓ TODO…
Em 8
de fevereiro, Lennart
Hyland e Sven
Jerring apresentaram
os resultados do sorteio onde as equipes classificadas foram
divididas em quatro grupos.
desta
vez todos enfrentavam todos pelo menos uma vez, se houvesse empate em
número de pontos para o terceiro colocado, haveria um jogo desempate
do qual o vencedor seguiria adiante. Se o desempate ficasse empatado,
então a regra de goal
average dos
jogos do grupo seria utilizada para determinar o classificado. Se
ainda assim persistisse a igualdade, haveria sorteio. Se os dois
primeiros colocados da chave terminassem empatados, goal average
seria utilizado para definir o primeiro e o segundo. Este regulamento
não havia sido concluído até o início da competição e continuou
sendo debatido no meio do certame.
LOS
FAVORITOS
Favoritos
Os
especialistas da época arriscavam não dar palpites em relação ao
favorito.
Tomando
por base o torneio anterior disputado na Suíça em 1954,
a campeã Alemanha Ocidental era favorita, mas perdera 7 jogos
amistosos em 10 disputados. Embora tivesse renovado a equipe com os
novatos Uwe
Seeler e Karl-Heinz
Schnellinger,
a equipe base era praticamente a mesma que havia derrotado a Hungria
na final de Berna, contando com seu capitão Fritz
Walter,
na época com 38 anos, e em fim de carreira.
A
Hungria vinha forte desde que fora derrotada na final de 1954,
mas a Revolução Húngara, ocorrida em 1956,
onde os tanques soviéticos dominaram Budapeste,
fizeram com que seus principais jogadores (Ferenc
Puskas, Sándor
Kocsis e Zoltán
Czibor)
fugissem do país, e se refugiassem em clubes da Espanha.
Com isso, a Hungria iria para a Suécia com uma equipe que perdera
seu brilho, e contava com uma mistura de remanescentes de 1954,
como Gyula
Grosics, László
Budai e József
Bozsik e
novatos não-testados em competições internacionais, como Máté
Fenyvesi, Károly
Sándor, Ferenc
Szojka e Lajos
Tichy.
A
União Soviética era uma das grandes favoritas, visto que,
em 1956 ganhara
a medalha de ouro no Torneio de Futebol, nos Jogos Olímpicos
de Melbourne,
e contara com toda a base que ganhara àquele torneio.
Por
sediar o torneio, a Suécia era grande favorita, e contava com
atletas experientes, que jogavam na Série A italiana, como Nils
Liedholm, Agne
Simonsson, Gunnar
Gren e Kurt
Hamrin.
A
Inglaterra tinha um bom time, mas veio enfraquecido, pois, seis meses
antes do torneio, perdera Duncan
Edwards, Tommy
Taylor,
e Roger
Byrne,
num desastre de avião emMunique.
Os jogadores eram do Manhcester
United,
equipe tricampeã inglesa, e que era a base da seleção nacional.
Com isso, tiveram que refazer os planos para o Mundial, convocando
jogadores que jogaram em 1950,
como o veterano Tom
Finney.
Dos
latinos, o Brasil era o grande favorito, e tinha uma mescla de
jogadores experientes e novatos na dose certa, mas havia ressalvas
quanto ao controle emocional dos jogadores, quando expostos à
pressão.
PARA
LOS QUE MIRAN POR TV
Transmissão
e cobertura
Depois
do sucesso de transmitir a Copa anterior de 1954,
esse torneio também foi televisionado. O que possibilitou a
transmissão da copa foi o lançamento do satélite Sputnik
IIIpelos
soviéticos, que aconteceu em maio de 1958.
A transmissão televisiva do torneio foi para os países europeus. No
total, 11 países europeus aderiram ao consórcio liderado
pela Sveriges
Radio,
estatal de Rádio e TV, que detinha os direitos de transmissão.
Para
os países não-europeus, ficava a opção de adquirir os kinescópios
dos jogos, filmados em 16 mm (ainda não havia surgido o
video-tape, e os kinescópios eram o melhor meio de gravar conteúdo
filmado na época). O consórcio providenciava aos interessados os
kinescópios de cada partida a preço de custo, acrescido de apenas
1% de margem de lucro, para custear o trabalho das equipes de
filmagem para registro dos jogos. No Brasil, a extinta TV
Tupi adquiriu
os kinescópios, que, anos mais tarde, puderam ser transformados
em videoteipe.
Para
a cobertura do Mundial, 2000 jornalistas se credenciaram para cobrir
o evento. Dos credenciados, 200 eram jornalistas alemães
LA
PRIMERA FASE
No
Grupo 1 a Alemanha Ocidental ficou em primeiro lugar. A Irlanda do
Norte surpreendeu o mundo ao ficar com a segunda vaga após derrotar
a Tchecoslováquia no jogo desempate. A Tchecoslováquia aplicou na
Argentina uma super goleada por 6 a 1 e os jogadores foram recebidos
em Buenos Aires com uma chuva de pedras e moedas.
No
Grupo 2 o destaque foi a França. Com craques como Fontaine e Kopa o
time goleou o Paraguai por 7 a 3 e venceu a Escócia por 2 a 1. Com
um saldo tão bom a derrota para a Iugoslávia na segunda rodada não
fez diferença. Os iugoslavos ficaram com a segunda vaga.
No
Grupo 3 a Suécia, dona da casa, passeou. Gales ficou em segundo.
Assim esta foi a única copa até hoje em que as quatro seleções
britânicas participaram juntas (Escócia, Irlanda do Norte, País de
Gales e Inglaterra), só a Inglaterra e a Escócia não se
classificaram para as Quartas.
No
Grupo 4 Brasil, Inglaterra, Áustria e URSS decidiriam 2 vagas. O
Brasil estreou bem com 3 a 0 na Áustria. Após o empate em 0 a 0
contra o English Team (o 1º da historia das copas), os
jogadores se reuniram com o treinador, Vicente Feola, e pediram a
entrada de Mané Garrincha e Pelé no time. O pedido deu resultado:
Brasil 2-0 URSS, com grande atuação de Garrincha contra seu
marcador. A URSS ficou com a outra vaga ao vencer a Inglaterra por 1
a 0 no jogo desempate.
ARGENTINA
Y SU FRACASO DEL 58
Argentina
vivió sus primeras Eliminatorias y las sufrió. La falta de roce con
los grandes y el creerse los mejores trajo sus consecuencias. El
debut ante Alemania despertó a todos de un largo sueño. A pesar de
comenzar ganando con gol de Corbatta, con el paso del tiempo, los
campeones del mundo fueron claros dominadores tanto del partido como
del resultado.
Los fantasmas volvieron a aparecer cuando en la lluviosa tarde ante Irlanda los europeos se pusieron en ventaja pero hubo tiempo de reacción. El tercer partido fue la debacle, la peor actuación de un equipo argentino en la historia de los mundiales. A los 17 minutos ya perdían dos a cero y no hubo retorno, tan solo descontó Corbatta de penal cuando iba cuatro a cero. Pedro Dellacha el capitán dijo un tiempo después “Lo que hubo fue falta de responsabilidad de algunos muchachos. Quizá no sabían que estaban jugando un Mundial”. Entre otras muchas cosas, en un entrenamiento Federico Vairo tras llegar tarde al entrenamiento se tomó a golpes con el arquero suplente Mussimessi. Encima no tenían ropa para entrenamiento, dinero para volver de Europa ni cocinero, tan es así que terminaron cocinando Vairo y Sanfilippo. El capitán Dellacha además también dijo en otra oportunidad: “La verdad es que nunca hubo disciplina”. Los jugadores fueron recibidos en Ezeiza a puro escupitajo e insulto por los hinchas que los trataron de vendepatrias.
Sin embargo el equipo no era tan malo, Amadeo Carrizo fue uno de los mejores en su puesto, de defensores estaba Pedro Dellacha una eminencia en la parte baja, además de Federico Varallo, un hombre que deslumbró en River. En el medio jugaron Lombardo –uno de los máximos ídolos de Boca-, Pipo Rossi, identificado con River y uno de los mejores volantes centrales de la época y Varacka, un buen half de Independiente. La delantera argentina estaba plagada de nombres aunque con las ausencias de Maschio, Angelillo y Sívori que jugaban en Italia pero con Corbatta, Labruna y Menéndez como grandes figuras
Los fantasmas volvieron a aparecer cuando en la lluviosa tarde ante Irlanda los europeos se pusieron en ventaja pero hubo tiempo de reacción. El tercer partido fue la debacle, la peor actuación de un equipo argentino en la historia de los mundiales. A los 17 minutos ya perdían dos a cero y no hubo retorno, tan solo descontó Corbatta de penal cuando iba cuatro a cero. Pedro Dellacha el capitán dijo un tiempo después “Lo que hubo fue falta de responsabilidad de algunos muchachos. Quizá no sabían que estaban jugando un Mundial”. Entre otras muchas cosas, en un entrenamiento Federico Vairo tras llegar tarde al entrenamiento se tomó a golpes con el arquero suplente Mussimessi. Encima no tenían ropa para entrenamiento, dinero para volver de Europa ni cocinero, tan es así que terminaron cocinando Vairo y Sanfilippo. El capitán Dellacha además también dijo en otra oportunidad: “La verdad es que nunca hubo disciplina”. Los jugadores fueron recibidos en Ezeiza a puro escupitajo e insulto por los hinchas que los trataron de vendepatrias.
Sin embargo el equipo no era tan malo, Amadeo Carrizo fue uno de los mejores en su puesto, de defensores estaba Pedro Dellacha una eminencia en la parte baja, además de Federico Varallo, un hombre que deslumbró en River. En el medio jugaron Lombardo –uno de los máximos ídolos de Boca-, Pipo Rossi, identificado con River y uno de los mejores volantes centrales de la época y Varacka, un buen half de Independiente. La delantera argentina estaba plagada de nombres aunque con las ausencias de Maschio, Angelillo y Sívori que jugaban en Italia pero con Corbatta, Labruna y Menéndez como grandes figuras
LAMENTO
ARGENTINO – EL MAS TRISTE DE LOS TANGOS –
ARGENTINA
X CHECOSLOVAQUIA
"Seguramente Amadeo Carrizo -que para muchos fue el mejor guardavalla argentino de todos los tiempos- prefiere olvidar aquella tarde. Seis veces tuvo que ir a buscar la pelota al fondo de su arco, impulsada por los delanteros checos desde todos los ángulos y distancias. Es cierto que algunos de esos goles pueden adjudicarse directamente a sus errores. Pero fue tan grande la superioridad checa en todos los sectores del campo que Carrizo no puede ser considerado el único culpable de la peor catástrofe sufrida por el fútbol argentino en toda su historia.
"Seguramente Amadeo Carrizo -que para muchos fue el mejor guardavalla argentino de todos los tiempos- prefiere olvidar aquella tarde. Seis veces tuvo que ir a buscar la pelota al fondo de su arco, impulsada por los delanteros checos desde todos los ángulos y distancias. Es cierto que algunos de esos goles pueden adjudicarse directamente a sus errores. Pero fue tan grande la superioridad checa en todos los sectores del campo que Carrizo no puede ser considerado el único culpable de la peor catástrofe sufrida por el fútbol argentino en toda su historia.
Checoslovaquia
necesitaba el triunfo para aspirar a clasificarse. En consecuencia,
planteó un partido claramente ofensivo, aprovechando la enorme
distancia que quedaba entre las espaldas de los volantes argentinos y
su última línea.
Para colmo, a poco de comenzado el encuentro se lesionó Lombardo, dejando una puerta abierta por el flanco derecho. A los 17 minutos los checos ganaban 2 a 0, y cuando al llegar a los 39 Hovorka conquistó el tercero ya no quedó lugar a ninguna duda. Los centroeuropeos pasaban como aviones junto a los atónitos blanquicelestes, que habían llegado a Suecia pensando en el título de campeones mundiales para el cual creían tener méritos más suficientes.
Y todavía les quedaba lo más penoso del camino por recorrer: el regreso a Buenos Aires. La recepción en el aeropuerto fue tremenda. Desde las terrazas de Ezeiza, una lluvia de monedas arrojadas por los fanáticos decepcionados cayó sobre los que habían partido como campeones.
El efecto fue duradero. Durante los siguientes quince años, los seleccionados argentinos que partirían hacia Europa tendrán una sola meta: no perder."
Para colmo, a poco de comenzado el encuentro se lesionó Lombardo, dejando una puerta abierta por el flanco derecho. A los 17 minutos los checos ganaban 2 a 0, y cuando al llegar a los 39 Hovorka conquistó el tercero ya no quedó lugar a ninguna duda. Los centroeuropeos pasaban como aviones junto a los atónitos blanquicelestes, que habían llegado a Suecia pensando en el título de campeones mundiales para el cual creían tener méritos más suficientes.
Y todavía les quedaba lo más penoso del camino por recorrer: el regreso a Buenos Aires. La recepción en el aeropuerto fue tremenda. Desde las terrazas de Ezeiza, una lluvia de monedas arrojadas por los fanáticos decepcionados cayó sobre los que habían partido como campeones.
El efecto fue duradero. Durante los siguientes quince años, los seleccionados argentinos que partirían hacia Europa tendrán una sola meta: no perder."
LOS
RECUERDOS DE CARRIZO DE UNA DERROTA HISTORICA
Recuerdos
del desastre por Amadeo Carrizo El Libro de Oro del Mundial
Clarín
- 1998
"Me
gritaban vendepatria. También me gritaban traidor. Fue muy duro, de
lo más doloroso que me pasó. Lo de Suecia terminó en una amargura
enorme y en un desprestigio terrible. Nos fue muy mal. Y nos costó
mucho reponernos de semejante historia.
Tengo
que volver a contarlo. Una vez más y sabiendo que fue uno de los
momentos más difíciles de mi carrera. En Suecia realmente fuimos un
desastre. En cuanto me vienen a la memoria los seis goles que nos
hizo Checoslovaquia, me agarra una tristeza infinita.
Llegamos
a Suecia pensando que ganábamos de taquito. Creíamos que con el
antecedente del Sudamericano de 1957, que se jugó en Lima y en el
que Argentina fue un campeón brillante, nos alcanzaba para llegar
lejos. Nos equivocamos.
Si
tuviera que buscar una explicación para entender esa actuación tan
floja, la resumiría en una sola palabra: desorganización. Viajamos
hasta Suecia en un vuelo de línea que tardó como cuarenta horas. No
era el mejor modo de empezar. Como comparación, hay que decir que
Brasil fue en un avión privado y después de hacer una gira previa
en la que el equipo adaptó su táctica.
No
me cabe otra razón. Nosotros llevamos excelentes jugadores. Estaban
Pedro Dellacha, Federico Vairo, Néstor Rossi, José Varacka, Omar
Orestes Corbatta, Beto Menéndez, Angelito Labruna. Y más: Cruz,
Mouriño, Ramos Delgado, Sanfilippo, Alfredo Rojas...demasiados
jugadores de calidad para que todo nos saliera tan pero tan mal. Y
sin embargo fue así.
La
desorganización incluía lo futbolístico. Nosotros no sabíamos
nada de nada sobre nuestros rivales. Ibamos a suerte y verdad,
algo que hoy nadie puede siquiera imaginar. Vale una prueba: en esa
derrota contra los checos, me hicieron cuatro goles iguales,
calcados. Venía un centro atrás y era gol, venía otro centro atrás
y llegaba otro gol. Y así se cansaron de hacernos goles. Nos bajamos
del avión suponiendo que todo iba a ser fácil para nosotros. Nos
volvimos habiéndole hecho fáciles las cosas a los demás. Tuvimos
que regresar muy rápido. Ni siquiera nos pudimos dar el gusto de ver
jugar a los brasileños.
Me
acuerdo de que cuando llegamos al país, después de la eliminación,
el avión tuvo que aterrizar en una chacra de Monte Grande para que
no nos mataran. Es que algunos periodistas que estaban allá le
habían pedido a la gente que nos fueran a buscar a Ezeiza con palos
y piedras. Nos salvamos porque bajamos en otro lugar. Todo daba
mucha bronca. Quizás nadie pueda creernos que, además, ninguno
de nosotros cobró un solo peso por jugar ese Mundial. Lo único
que juntamos fue dolor.
Esa
actuación implicó que durante los años siguientes me cargaran las
hinchadas rivales. Fue una sensación tan fea que no quise volver a
la Selección durante mucho tiempo. Hasta dejé pasar el Mundial de
Chile, en 1962. Recién regresé en la Copa de las Naciones, en
Brasil y en 1964, cuando salimos campeones.
El
tiempo pasó pero la decepción dura. Algunos recuerdan al Mundial de
Suecia como la bisagra histórica del fútbol argentino. Yo digo la
verdad: no hubiera querido ser parte de esa porción de la historia."
Para
complementar el texto anterior, un artículo más con la opinión del
gran Amadeo:
"En
Europa nos sacaron la careta"
Por Amadeo
Carrizo
Diario
La Razón del 12 de mayo de 1982
Extracto
publicado en ABC de los Mundiales (Olé)
"Fuimos
allá creyéndonos unos fenómenos porque habíamos eliminado en la
ronda clasificatoria a Chile y Bolivia, y no teníamos la menor idea
de cómo jugaban los europeos. Clasificarnos fue una mala suerte,
porque nos tiraron a la cancha a la que te criaste y en Europa nos
sacaron la careta.
La
única verdad es que estábamos muy atrasados. Los jugadores
tuvimos la culpa, pero de los dirigentes nunca se dijo nada, y lo
primero que hicieron luego de ganar el Sudamericano del 57 fue vender
a Maschio, Angelillo y Sívori.
Antes
de viajar a Europa, nadie nos comentó nada y menos se les ocurrió
traernos una película o decirnos cómo jugaban Alemania y
Checoslovaquia. Así nos fue, nos pasaron por encima.
Si
no hubiera sido por el Mundial del 78, el mal sería peor, porque en
el 62, el 66 y el 74 las cosas no fueron mejores y se notaron
escándalos que motivaron viajes urgentes de dirigentes para paliar
la situación.
Antes,
a los jugadores de la Selección no se les llevaba tanto el apunte y
solo nos sentíamos unidos con el técnico, el masajista y el
utilero."
LA
LECCIÓN MÁS TRISTE
Suecia
1958: a cincuenta años de un duro golper
Ricardo Gorosito (Socio
del CIHF)
“La lección a sido dura, lo triste sería no aprenderla”.
Así definió Borocotó en “El Gráfico”, la derrota argentina en el Mundial de Suecia de 1958. Una etapa de nuestra selección en la que recibió uno de lo más duros golpes. Máxime cuando había partido como firme candidato y debió regresar cargando la pesada cruz del fracaso.
Todos sabemos que en el fútbol se gana y se pierde. Que el resultado lo puede definir una jugada cualquiera en el momento menos pensado. El fútbol es y seguirá siendo así, por suerte.
Pero lo de Suecia para nuestro equipo fue triste.
Es que a Argentina le faltó competición con los europeos. Éstos habían progresado muchísimo y nosotros no nos dimos por enterado. Seguíamos pensando que eran torpes y le pegaban mal a la pelota, pero tenían de sobra algo que al fútbol argentino le faltaba: planificación.
Después de la victoria en el Sudamericano de Guayaqui de 1947, el equipo argentino permaneció prácticamente inactivo. Dos breves giras por Europa, algunos partido en casa ante ingleses, españoles, italianos y checos fueron los escasos enfrentamientos con equipos europeos. Las ausencias en los mundiales de 1950 y 1954 resultaron fatales.
“La lección a sido dura, lo triste sería no aprenderla”.
Así definió Borocotó en “El Gráfico”, la derrota argentina en el Mundial de Suecia de 1958. Una etapa de nuestra selección en la que recibió uno de lo más duros golpes. Máxime cuando había partido como firme candidato y debió regresar cargando la pesada cruz del fracaso.
Todos sabemos que en el fútbol se gana y se pierde. Que el resultado lo puede definir una jugada cualquiera en el momento menos pensado. El fútbol es y seguirá siendo así, por suerte.
Pero lo de Suecia para nuestro equipo fue triste.
Es que a Argentina le faltó competición con los europeos. Éstos habían progresado muchísimo y nosotros no nos dimos por enterado. Seguíamos pensando que eran torpes y le pegaban mal a la pelota, pero tenían de sobra algo que al fútbol argentino le faltaba: planificación.
Después de la victoria en el Sudamericano de Guayaqui de 1947, el equipo argentino permaneció prácticamente inactivo. Dos breves giras por Europa, algunos partido en casa ante ingleses, españoles, italianos y checos fueron los escasos enfrentamientos con equipos europeos. Las ausencias en los mundiales de 1950 y 1954 resultaron fatales.
Nuestra
selección no contaba con un plantel permanente ni con un calendario
adecuado. Se programaban partidos sobre la marcha y los equipos se
armaban de apuro. La improvisación fue una característica de la
A.F.A. de esos años y se prolongó hasta entrada la década del 70.
Los éxitos obtenidos se debieron exclusivamente a la innata calidad
del futbolista argentino.
Esa calidad se manifestó en 1957, año en el que Argentina tuvo que sortear dos escollos: el Sudamericano de Lima y las Eliminatorias.
Para el primero, a menos de un mes del comienzo, don Guillermo Stábile formó uno de los equipos más notables que se recuerden, que ganó cinco partidos por amplios marcadores y perdió el último con Perú cuando ya tenía asegurado el título. La brillantez del juego desplegado hizo recordar a aquellos conjuntos de los años 40. La atrevida juventud de Corbatta, Maschio, Angelillo y Sívori, más la sapiencia de "Pipo" Rossi, caudillo y patrón del equipo, conjugaron la resonante victoria. Argentina mantenía su liderazgo en América y se abrían grandes esperanzas para el futuro. Pero lamentablemente, una vez más la calidad de la dirigencia no acompañó a la futbolística.
Los clubes, que habían recibido préstamos gubernamentales luego de la huelga de 1948, estaban cada vez más endeudados. En todos los casos por el mal manejo económico de sus directivos. Solamente tres instituciones se salvaban: Independiente, Vélez y F.C.Oeste.
Los europeos, ya alejados lo duros tiempos de la guerra, se habían recuperado y volvieron a poner sus ojos sobre esta parte del mundo, como había sucedido luego de los Juegos Olímpicos de 1928. Y como el dinero manda, allí comenzó un nuevo éxodo en el fútbol argentino.
En pocas semanas, el gran equipo de Lima se desmembró. Antonio Garabal se fue al Atlético Madrid cuando estaba designado para viajar a Lima. A poco de finalizado el Sudamericano, partieron Maschio, Angelillo y Sívori a Italia y Rogelio Domínguez a España. En la larga lista de emigrantes también contamos a Grillo, Cucchiaroni, Loiácono, Massei, Rosa, Montuori, De Bourgoing, Tacchi, Vernazza, Merighi, por nombrar a los más sobresalientes.
Frente a ese panorama, Stábile convocó para las Eliminatorias a un plantel en el que había nueve jugadores de River, por lejos, el mejor equipo argentino del momento.
No obstante el sobresalto inicial en La Paz frente a Bolivia, que derrotó a Argentina por primera vez en la historia, no tuvo dificultades ante Chile, el otro rival del grupo y clasificó para Suecia al vencer a los del altiplano en cancha de Independiente por 4 a 0. Luego de 24 años, el fútbol argentino iba a reaparecer en una Copa del Mundo.
La preparación para el mundial con la improvisación de siempre y no hubo confrontaciones previas exigentes. Solamente se jugaron dos partidos con Uruguay y otros tantos con Paraguay, que se ganaron en Buenos Aires y se perdieron en Montevideo y Asunción. Ni se pensó en jugar con algún equipo europeo.
Ya en el viejo continente y a pocos días del comienzo, se lesionó el puntero Roberto Zárate. En su reemplazo, Stábile llamó insólitamente a Angel Labruna, que ya tenía 39 años.
El ansiado debut fue nada menos que frente a Alemania, que defendía el título obtenido un poco imprevistamente en Suiza. El campeón arrasó al equipo argentino. Sin el preciosismo rioplatense, pero basados en la fuerza y la velocidad, marcaron claras diferencias reflejadas en el 3 a 1 final.
Tres días después, ante Irlanda del Norte volvió a renacer la ilusión. Argentina ganó 3 a 1 jugando aceptablemente, pero el sueño duró muy poco.
La fecha del 15 de junio ha de quedar en la historia de nuestro fútbol como una de las más negras. Esa tarde, Checoslovaquia con sus seis goles, puso en evidencia que nuestra selección había perdido el tren. Que ganar en Sudamérica no bastaba. Que ya no éramos los mejores, como siempre creímos con la suficiencia típica argentina. Que la improvisación no sirve y que la competencia permanente permite conocer más de cerca a los adversarios. Que las figuras que se iban no eran fácilmente reemplazadas.
A partir de 1947 Argentina se aisló del mundo futbolístico y en Suecia se pagaron las consecuencias. La experiencia que pudo recoger de haber estado presente en los mundiales de 1950 y 1954, habría evitado este fracaso cercano a la humillación.
Como siempre, la prensa comenzó a buscar culpables. Arreciaron las críticas al presidente de la A.F.A., Dr. Colombo, y al cuerpo técnico, mientras el plantel fue recibido en Ezeiza con insultos y monedas.
Los fracasos descubren problemas que la euforia de los triunfos oculta. Ya en el Sudamericano de 1957, hubo rumores de indisciplina en algunos integrantes del plantel.
En Suecia pasó algo parecido. Se habló de escapadas nocturnas, confirmadas por Corbatta muchos años después, que los dirigentes ni el técnico pudieron controlar, y que hubo desavenencias serias entre algunos jugadores. Stábile renunció luego de veinte años al frente de la selección.
El duro golpe que significó lo que se dio en llamar "el desastre de Suecia", se reflejó claramente en las tribunas del fútbol local, que comenzaron a despoblarse. Cuando se reanudó el campeonato, algunos jugadores mundialistas fueron abucheados y curiosamente River, que hizo el mayor aporte a la selección, inició su histórica y larga racha sin títulos que abarcó 18 años. Amadeo Carrizo resultó el más criticado e injustamente se lo hizo responsable de la goleada checoslovaca.
Brasil, con su brillante victoria en Suecia era ahora el número uno en América y el mundo. Dura realidad para el fútbol argentino de ese tiempo.
Esa calidad se manifestó en 1957, año en el que Argentina tuvo que sortear dos escollos: el Sudamericano de Lima y las Eliminatorias.
Para el primero, a menos de un mes del comienzo, don Guillermo Stábile formó uno de los equipos más notables que se recuerden, que ganó cinco partidos por amplios marcadores y perdió el último con Perú cuando ya tenía asegurado el título. La brillantez del juego desplegado hizo recordar a aquellos conjuntos de los años 40. La atrevida juventud de Corbatta, Maschio, Angelillo y Sívori, más la sapiencia de "Pipo" Rossi, caudillo y patrón del equipo, conjugaron la resonante victoria. Argentina mantenía su liderazgo en América y se abrían grandes esperanzas para el futuro. Pero lamentablemente, una vez más la calidad de la dirigencia no acompañó a la futbolística.
Los clubes, que habían recibido préstamos gubernamentales luego de la huelga de 1948, estaban cada vez más endeudados. En todos los casos por el mal manejo económico de sus directivos. Solamente tres instituciones se salvaban: Independiente, Vélez y F.C.Oeste.
Los europeos, ya alejados lo duros tiempos de la guerra, se habían recuperado y volvieron a poner sus ojos sobre esta parte del mundo, como había sucedido luego de los Juegos Olímpicos de 1928. Y como el dinero manda, allí comenzó un nuevo éxodo en el fútbol argentino.
En pocas semanas, el gran equipo de Lima se desmembró. Antonio Garabal se fue al Atlético Madrid cuando estaba designado para viajar a Lima. A poco de finalizado el Sudamericano, partieron Maschio, Angelillo y Sívori a Italia y Rogelio Domínguez a España. En la larga lista de emigrantes también contamos a Grillo, Cucchiaroni, Loiácono, Massei, Rosa, Montuori, De Bourgoing, Tacchi, Vernazza, Merighi, por nombrar a los más sobresalientes.
Frente a ese panorama, Stábile convocó para las Eliminatorias a un plantel en el que había nueve jugadores de River, por lejos, el mejor equipo argentino del momento.
No obstante el sobresalto inicial en La Paz frente a Bolivia, que derrotó a Argentina por primera vez en la historia, no tuvo dificultades ante Chile, el otro rival del grupo y clasificó para Suecia al vencer a los del altiplano en cancha de Independiente por 4 a 0. Luego de 24 años, el fútbol argentino iba a reaparecer en una Copa del Mundo.
La preparación para el mundial con la improvisación de siempre y no hubo confrontaciones previas exigentes. Solamente se jugaron dos partidos con Uruguay y otros tantos con Paraguay, que se ganaron en Buenos Aires y se perdieron en Montevideo y Asunción. Ni se pensó en jugar con algún equipo europeo.
Ya en el viejo continente y a pocos días del comienzo, se lesionó el puntero Roberto Zárate. En su reemplazo, Stábile llamó insólitamente a Angel Labruna, que ya tenía 39 años.
El ansiado debut fue nada menos que frente a Alemania, que defendía el título obtenido un poco imprevistamente en Suiza. El campeón arrasó al equipo argentino. Sin el preciosismo rioplatense, pero basados en la fuerza y la velocidad, marcaron claras diferencias reflejadas en el 3 a 1 final.
Tres días después, ante Irlanda del Norte volvió a renacer la ilusión. Argentina ganó 3 a 1 jugando aceptablemente, pero el sueño duró muy poco.
La fecha del 15 de junio ha de quedar en la historia de nuestro fútbol como una de las más negras. Esa tarde, Checoslovaquia con sus seis goles, puso en evidencia que nuestra selección había perdido el tren. Que ganar en Sudamérica no bastaba. Que ya no éramos los mejores, como siempre creímos con la suficiencia típica argentina. Que la improvisación no sirve y que la competencia permanente permite conocer más de cerca a los adversarios. Que las figuras que se iban no eran fácilmente reemplazadas.
A partir de 1947 Argentina se aisló del mundo futbolístico y en Suecia se pagaron las consecuencias. La experiencia que pudo recoger de haber estado presente en los mundiales de 1950 y 1954, habría evitado este fracaso cercano a la humillación.
Como siempre, la prensa comenzó a buscar culpables. Arreciaron las críticas al presidente de la A.F.A., Dr. Colombo, y al cuerpo técnico, mientras el plantel fue recibido en Ezeiza con insultos y monedas.
Los fracasos descubren problemas que la euforia de los triunfos oculta. Ya en el Sudamericano de 1957, hubo rumores de indisciplina en algunos integrantes del plantel.
En Suecia pasó algo parecido. Se habló de escapadas nocturnas, confirmadas por Corbatta muchos años después, que los dirigentes ni el técnico pudieron controlar, y que hubo desavenencias serias entre algunos jugadores. Stábile renunció luego de veinte años al frente de la selección.
El duro golpe que significó lo que se dio en llamar "el desastre de Suecia", se reflejó claramente en las tribunas del fútbol local, que comenzaron a despoblarse. Cuando se reanudó el campeonato, algunos jugadores mundialistas fueron abucheados y curiosamente River, que hizo el mayor aporte a la selección, inició su histórica y larga racha sin títulos que abarcó 18 años. Amadeo Carrizo resultó el más criticado e injustamente se lo hizo responsable de la goleada checoslovaca.
Brasil, con su brillante victoria en Suecia era ahora el número uno en América y el mundo. Dura realidad para el fútbol argentino de ese tiempo.
Algo
similar a lo ocurrido en Corea-Japón 2002 pasó en Suecia 1958.
Allí, una Selección conformada por grandes futbolistas como
Amadeo Carrizo, Pedro Dellacha, José Ramos Delgado, Omar Orestes
Corbatta, Ángel Labruna y José Sanfilippo, fue confiada
creyendo que iba a ganar el título, pero hizo un "papelón".
Perdió 6 a 1 con Checoslovaquia y quedó eliminada en primera
ronda. En Ezeiza, los jugadores fueron recibidos con "monedazos"
por una furiosa multitud
Argentina
y los Mundiales tienen una historia interesante en la edición de
Suecia 1958. Allí, los "albicelestes" fueron después de
varios años de ausencia, y confiados, creyendo que su fútbol era el
mejor tras ganar el Sudamericano de Lima 1957 con los "Carasucias",
fueron a competir en el continente europeo, donde la realidad
iba a ser diferente. Cabe destacar que el fútbol argentino
venía en pleno auge y en ese plantel conducido por
Guillermo Stábile, finalista como jugador en el Mundial de
1930, había grandes futbolistas que brillaban en el fútbol
nacional en diversos equipos.
En
ese plantel estaban figuras de la "Máquina" de River
como Amadeo Carrizo y Ángel Labruna, jugadores de gran calidad como
Omar Orestes Corbatta o José Manuel Ramos Delgado (futbolista de
Lanús y luego compañero de Pelé en el Santos) y goleadores
notables como José Sanfilippo, quien estuvo en Boca y San Lorenzo.
Todos ellos fueron pensando que Argentina iba a lograr su primer
conquista.
Sin
embargo, en el fútbol europeo también estaban en crecimiento y
la velocidad y potencia de su juego quedaría reflejada en la cancha.
Primero fue derrota ante Alemania por 3 a 1 y luego triunfo ante
Irlanda del Norte por idéntico marcador. Así, todo quedó para
el 15 de junio en el Olypiastadion de la ciudad de Helsingborg.
Allí,
Checoslovaquia le propinó la peor goleada de la historia en un
Mundial a la Argentina, con un 6 a 1 rotundo que marcó el adiós de
ese torneo y con un regreso que tuvo a 10.000 personas en
el Aeropuerto de Buenos Aires para insultarlos. Así, tal como muchos
jugadores lo admitieron, esa participación fue un verdadero
papelón.
ESTOCOLMO
-- La inesperada derrota 1-6 de la Selección Argentina frente a
Checoslovaquia en la Copa del Mundo de Suecia dejó muchos puntos que
deben ser revisados y analizado no sólo por quienes conducen al
equipo nacional, sino por todo el fútbol de este país. La increíble
goleada sufrida por los campeones de América ha dejado sin palabras
al mundo entero y la rápida despedida del Mundial generó gran
controversia en Buenos Aires.
La
revista deportiva El Gráfico narró de la siguiente manera
el suceso, en su edición 2023 del 20 de junio de 1958. La nota está
firmada por el enviado especial, Borocotó.
El
conjunto argentino es flojo. Esta no es ninguna novedad. Cuando salió
de Buenos Aires rumbo a Europa demostró esa flojedad contra Alemania
y también en sus encuentros previos al torneo mundial. Pero se
produjo de golpe ese milagro contra Irlanda, y como los milagros no
se repiten, ahora estamos convencidos que más que una actuación
sobresaliente del equipo argentino fue una falsa y mediocre del
irlandés. Y esta afirmación está confirmada por los resultados.
La
lección es dura, hasta cruel (porque una derrota por 6 a 1 es
aplastante), pero aun dentro del desastre hay razones positivas,
razones para extraer beneficios. Los futbolistas criollos viven del
fútbol, pero son pocos. muy pocos quienes viven para el fútbol. Que
es otra cosa. No se someten, no se prestan a la preparación física
rigurosa. No viven para el futbol. No son como los alemanes, que a
las 9 de la mañana del otro día se estaban entrenando nuevamente,
mientras los argentinos dormían.
No
se puede hablar de fallas en el equipo argentino; fue superado
netamente par velocidad, estado atlético, organización, sobriedad,
sentido práctico que tienen los checoslovacos. Tiran de cualquier
distancia y ángulo, y recordemos, además, que los checos estuvieron
en Buenos Aires, donde perdieron 1 a 0 con un equipo inferior a éste,
con menos preparación y con menos remate. Este juega el mismo buen
futbol que el que vimos en nuestro país, pero con mucho más remate.
La
defensa argentina fue superada en los primeros minutos y Rossi volvió
a mostrarse muy lento. No está como para jugar frente a hombres tan
veloces. El ataque argentino quedó aislado, pero tampoco bajaron con
la rapidez y continuidad que acostumbran los europeos. Estos hacen
doble función, suben y bajan. Es una ventaja apreciable, que no pude
disimularse. Cuando los argentinos atacaron se encontraron taponados
porque los delanteros rivales cubrían defensivamente. Nuestros
jugadores llegaban adelante, pero no penetraban, no podían hacerlo
porque se encontraban en evidente superioridad numérica, y como
tampoco poseen remate de media distancia no emplearon sino por
casualidad al arquero de los rivales.
Checoslovaquia
hizo el gol desde afuera del área con un tremendo taponazo al ángulo
mientas la defensa argentina se cerraba para tomar posición y
esperarlos adentro. Los checoslovacos llegaron desde afuera,
Argentina no tuvo esa arma.
Repetimos
y hay que prestar interés a este concepto: No hubo fallas, lo que
hubo fue superioridad neta del adversario, una superioridad en todos
los aspectos.
Hombre
a hombre y cuadro a cuadro fue superior siempre. De nombrar algún
argentino -cosa que cuesta porque no hubo figuras- habría que
nombrar a Dellacha, Varacka y Lombardo, éste antes de la lesión que
lo redujo completamente. Estos tres jugadores estuvieron físicamente
a tono con la exigencia de los atacantes rivales. Los demás
estuvieron lejos, a distancia.
El
partido terminó en el primer tiempo. Y no por el score 3 a 0 sino
por la diferencia de planteamiento, individual y colectivo y por la
rotunda capacidad de los checoslovacos que no necesitaron más de 45
minutos para vencer a una representación nacional argentina. ¿Cuándo
en la historia del fútbol de nuestro país- ocurrió algo parecido?
Argentina
trató de acortar distancias en el comienzo del segundo periodo. Fue
un chispazo, una levantada a puro espíriu, y vino el gol que
Corbatta convirtió de penal. Hasta ese momento los checos jugaban
contenidos, pero ante ese gol, respondieron con otro por su parte,
como si esa posibilidad dependiera de la voluntad de ellos. Ese
cuarto gol fue el derrumbe de nuestra representación. A la
flojedad física se agregó la impotencia mental: el saber que no se
podía hacer nada, y ese abandono hizo que el score llegara a la
cifra desproporcionada del 6 a 1. Desproporcionada para un campeonato
mundial donde se enfrentan seleccionados.
La
lección es muy dura y tiene que ser aprovechada... debe ser
aprovechada, porque de otra manera caeremos aun más. Llegará el
momento en que no se podrá concurrir a un Mundial. Día que se pase
sin rever nuestro sistema es día que avanzará marcha atrás. Si
nuestro profesionalismo no está en condiciones de sufrir golpes como
este, golpes que voltean.
Cuando
un delantero paró la pelota, siempre tuvo tres hombres a su
alrededor. Cuando Checoslovaquia salió de un apuro (después del
tercer gol convertido por ellos), salió del apremio con un
contraataque iniciado, llevado por el número cinco, que hizo las
veces de centroforward, y que hasta ese instante estaba defendiendo.
Es frecuente este cambio de puesto, esa disposición de los europeos
para cumplir funciones distintas que las que marca su número.
Adelante o atrás. Otra cosa: juegan con la pelota o sin ella.
Una
aclaración: Argentina atacó desesperadamente, porque se sabía
perdida, y esa desesperación hizo que el score llegara al 6 a 1. Los
checos fueron muy superiores, repetimos, pero creemos que en la
proporción real
El
desastre de Suecia:
La selección Argentina, volvía a disputar un mundial tras 24 años de ausencias. No había participado en Francia ‘38 ni en los mundiales de la post-guerra: Brasil ‘50, ni Suiza ‘54. Con Guillermo Stábile como conductor técnico, llegó con una gran soberbia a áquel torneo, sin haber enfrentado a equipos europeos, porque los dirigentes no lo estimaron necesario, ya que se creía que con "la nuestra", se superaría a los rivales con facilidad, y que por estas tierras se jugaba el mejor fútbol del mundo.
Recordemos que un año antes se ganó la Copa América de 1957 en Lima, con el equipo denominado Los Carasucias, en una delantera compuesta por: Orestes Corbatta, Humberto Maschio, Antonio Angelillo, Enrique Sívori y Osvaldo Cruz. En Suecia se presicindió de Humberto Maschio, Ernesto Grillo, Antonio Angelillo y Enrique Omar Sívori, transferidos a Italia en históricas y millonarias operaciones, por lo que quedaron fuera del plantel, se prefirió por a los que disputaban el torneo local.
Una de las diferencias con el equipo campeón, el seleccionado brasileño, fue que estos realizaron una gira previa or Europa, con comodidades en el viaje, en cambio los nuestros viajaron en un extenso vuelo de línea, con má complicaciones que otra cosa.
La diferencia física con los europeos, era extramadamente notoria, y recién con el correr de los partidos se notó la mala previsión.
La desorganización se notó en el encuentro inagural frente a Alemania Federal, ya que se llevó un sólo juego de camisetas, y se perdió el sotro por las casacas, dado que ambos equipos tenían camisetas similares, blanca la de los germanos y celeste y blanca la de los sudamericanos, por lo cuál debieron pedirle al club local de la ciudad de Malmo, un juego prestado, pero ojo que la camiseta del IFK Malmö no era albiceleste, sino amarilla.
Tampoco había ropa de entrenamiento, ni un lugar fijo de entrenamiento.
El partido lo empezó ganando el elenco nacional con un gol de Orestes Corbatta, a los dos minutos de juego, esto derivó en una relajación mayor de los dirigidos por Stábile.
Pero el 3 a 1 final para los europeos, mostraba la realidad de los argentinos.
En los siguientes encuentros Argentina volvió a su vestimenta original. Primero venció a Irlanda del Norte 3-1 y luego cayó estrepitosamente 6 a 1 contra Checoslovaquia y quedo eliminado.
La diferencia fue tal, que los suecos dudaban que ese equipo era el último campeón sudamericano.
Pero también hubo inconvenientes a la vuelta, ya que el costo de envíar al equipo al mundial, no era menor.
Es por eso que algunos jugadores tuvieron que hacerse cargo de la estadía, y el mismo José Sanfilippo, contó que prestó dinero para los pasajes de vuelta.
La vuelta al país fue tristemente histórica, al grito de "vendepatrias", los enfurecidos aficionados, arrojaron monedas, profirieron insultos y el aeropuerto de Ezeiza, fue escenario de la barbarie.
Algunos de los jugadores que han participado en áquella fatídica experiencia en Suecia, son leyendas de nuestro fútbol.
Los arqueros eran el gran Amadeo Carrizo y "el arquero cantor" Julio Elías Mussimesi.
Entre los defensores se encontraban Pedro Dellacha, Francisco Lombardo, Federico Edwards, y Jose Varacka.
Entre los mediocampistas había algunos nombres más que valiosos, Néstor "pipo" Rossi (quién declaró en la década del 90 "como querés salir campeón si el 5 tiene lumbago"), y el entrañable Eliseo Mouriño.
Entre los atacantes aparecían José Sanfilippo, Norberto Menéndez, Ricardo Infante, Orestes Corbatta y Ángel Amadeo Labruna, quién se convirtió en el jugador más longevo en disputar una fase final de la copa del mundo con nuestra selección.
El técnico Guillermo Stábile también fue duramente criticado. A pesar de eso volvió a dirigir a la Selección en 1960, pero la marca del desastre de Suecia era imborrable, aún para esta gloria del fútbol nacional, inclusive la policía debió poner una custodia especial en la vivienda del entrenador.
Raúl Colombo, presidente de la Afa, en esa época, casi pierde el puesto, a pesar de su cercanía con el presidente Frondizi.
Los prensa fue cruel y dura con áquel plantel.
La selección Argentina, volvía a disputar un mundial tras 24 años de ausencias. No había participado en Francia ‘38 ni en los mundiales de la post-guerra: Brasil ‘50, ni Suiza ‘54. Con Guillermo Stábile como conductor técnico, llegó con una gran soberbia a áquel torneo, sin haber enfrentado a equipos europeos, porque los dirigentes no lo estimaron necesario, ya que se creía que con "la nuestra", se superaría a los rivales con facilidad, y que por estas tierras se jugaba el mejor fútbol del mundo.
Recordemos que un año antes se ganó la Copa América de 1957 en Lima, con el equipo denominado Los Carasucias, en una delantera compuesta por: Orestes Corbatta, Humberto Maschio, Antonio Angelillo, Enrique Sívori y Osvaldo Cruz. En Suecia se presicindió de Humberto Maschio, Ernesto Grillo, Antonio Angelillo y Enrique Omar Sívori, transferidos a Italia en históricas y millonarias operaciones, por lo que quedaron fuera del plantel, se prefirió por a los que disputaban el torneo local.
Una de las diferencias con el equipo campeón, el seleccionado brasileño, fue que estos realizaron una gira previa or Europa, con comodidades en el viaje, en cambio los nuestros viajaron en un extenso vuelo de línea, con má complicaciones que otra cosa.
La diferencia física con los europeos, era extramadamente notoria, y recién con el correr de los partidos se notó la mala previsión.
La desorganización se notó en el encuentro inagural frente a Alemania Federal, ya que se llevó un sólo juego de camisetas, y se perdió el sotro por las casacas, dado que ambos equipos tenían camisetas similares, blanca la de los germanos y celeste y blanca la de los sudamericanos, por lo cuál debieron pedirle al club local de la ciudad de Malmo, un juego prestado, pero ojo que la camiseta del IFK Malmö no era albiceleste, sino amarilla.
Tampoco había ropa de entrenamiento, ni un lugar fijo de entrenamiento.
El partido lo empezó ganando el elenco nacional con un gol de Orestes Corbatta, a los dos minutos de juego, esto derivó en una relajación mayor de los dirigidos por Stábile.
Pero el 3 a 1 final para los europeos, mostraba la realidad de los argentinos.
En los siguientes encuentros Argentina volvió a su vestimenta original. Primero venció a Irlanda del Norte 3-1 y luego cayó estrepitosamente 6 a 1 contra Checoslovaquia y quedo eliminado.
La diferencia fue tal, que los suecos dudaban que ese equipo era el último campeón sudamericano.
Pero también hubo inconvenientes a la vuelta, ya que el costo de envíar al equipo al mundial, no era menor.
Es por eso que algunos jugadores tuvieron que hacerse cargo de la estadía, y el mismo José Sanfilippo, contó que prestó dinero para los pasajes de vuelta.
La vuelta al país fue tristemente histórica, al grito de "vendepatrias", los enfurecidos aficionados, arrojaron monedas, profirieron insultos y el aeropuerto de Ezeiza, fue escenario de la barbarie.
Algunos de los jugadores que han participado en áquella fatídica experiencia en Suecia, son leyendas de nuestro fútbol.
Los arqueros eran el gran Amadeo Carrizo y "el arquero cantor" Julio Elías Mussimesi.
Entre los defensores se encontraban Pedro Dellacha, Francisco Lombardo, Federico Edwards, y Jose Varacka.
Entre los mediocampistas había algunos nombres más que valiosos, Néstor "pipo" Rossi (quién declaró en la década del 90 "como querés salir campeón si el 5 tiene lumbago"), y el entrañable Eliseo Mouriño.
Entre los atacantes aparecían José Sanfilippo, Norberto Menéndez, Ricardo Infante, Orestes Corbatta y Ángel Amadeo Labruna, quién se convirtió en el jugador más longevo en disputar una fase final de la copa del mundo con nuestra selección.
El técnico Guillermo Stábile también fue duramente criticado. A pesar de eso volvió a dirigir a la Selección en 1960, pero la marca del desastre de Suecia era imborrable, aún para esta gloria del fútbol nacional, inclusive la policía debió poner una custodia especial en la vivienda del entrenador.
Raúl Colombo, presidente de la Afa, en esa época, casi pierde el puesto, a pesar de su cercanía con el presidente Frondizi.
Los prensa fue cruel y dura con áquel plantel.
El
DESASTRE ARGENTINO CONTRA LOS CHECOS - VISIÓN DE MACAYA MARQUEZ
"Ya
no estaba más aquella verdad absoluta de los mejores del mundo"
Por Enrique
Macaya Márquez Fragmento de su libro "Mi visión del fútbol"
(Temas
Grupo Editorial - 1996) Allá en Malmoe
"La
selección argentina estaba concentrada en Ramlosa Brum, un lugar al
cual la gente concurría para tomar baños termales; un alojamiento
poco lujoso situado en un parque de menores atractivos. Ese mismo
hospedaje había sido rechazado por otras delegaciones, entendiendo
que no servía a los fines de un seleccionado.
Había
un desconocimiento generalizado que, partiendo de los
dirigentes, siguiendo por el cuerpo técnico y terminando en los
periodistas, apuntaba a marcar con trazos muy fuertes una ignorancia
abarcativa de ese presente en la competencia internacional. Poco se
sabía de organización propia, menos aún de la ajena. (Brasil
inauguró, con el aporte del Dr. Joao Carvalhais, la intervención
directa de un psicólogo en un grupo de alta competencia).
En
medio de algunos entrenamientos salpicados por gestos de indisciplina
casi infantiles y poco graves, la selección seguía a la espera de
Labruna -que llegaría en lugar de Zárate, lesionado en Italia
durante la gira previa- y del debut frente a la Alemania campeona
en Suiza en 1954. En el estadio de Malmoe, inaugurado ese día, la
Argentina cambió su tradicional camiseta rayada por una lisa
amarilla, al perder el sorteo ante la decisión del árbitro Leafe de
Inglaterra, quien temía confundir el blanco con vivos negros de los
alemanes con los tradicionales colores albicelestes.
Cuando
a los tres minutos Corbatta, el mejor puntero derecho que vi, alcanzó
la primera ventaja, comenzó a inflarse la soberbia que por arriba
del hombro y solamente con la mirada o el gesto sobrador, insistía
en silencio: '¿no ven que somos los mejores del mundo...?'
El
gordo Moreno me guiñó el ojo y buscando complicidad me dijo por lo
bajo: 'Comenzá a contar que estoy ocupado...' A los 33 minutos Rahn
y a los 42 Seeler, cerraron el primer tiempo y abrieron las puertas a
nuestras dudas cercanas a la perplejidad. Faltando 10 minutos para el
final, otra vez Rahn, y chau, definitivamente adiós para nuestro
orgullo y nuestra ignorancia. Un regreso montado en la tristeza, casi
sin hablar por la sorpresa y la frustración, metiéndonos cachetazos
en nuestra vanidad, compartiendo los silencios ya muy lejanos de
aquella alegría de los momentos previos.
Luego
llegó la rehabilitación contra Irlanda del Norte. Y con tres
cambios: Avio por Prado, Labruna por Rojas y Boggio por Cruz. Los 3
minutos jugados nos devolvían una selección perdiendo con gol de
Mac Parland y nuevas angustias para nuestra colección. Penal que
Corbatta metió a los 40 minutos y escapada al alivio del
entretiempo.
En
la segunda etapa, en contra de los pronósticos, primero Menéndez y
luego Avio instalaron en viaje de retorno apresurado el sentimiento
natural de sabernos mejores, superiores, aunque costara un poco
demostrarlo. Ese mismo día, en Halsingborg, Alemania y
Checoslovaquia empataban dos a dos. El espía argentino, dirigente de
Boca, -no se llevaban técnicos para colaborar: '¿Para qué?'-
entregó un informe muy alentador basado en las flaquezas del próximo
adversario: Checoslovaquia. Así nos fue. El 15 en la misma
cancha.
Como
siempre, llegamos temprano al pequeño y viejo aunque remodelado
estadio de madera y, también como siempre, nos mezclamos con un
público pacífico casi desentendido de lo que podía pasar.
En
la primera jugada del ataque checo, Molnar le pega desde afuera del
área y casi la pone afuera de la cancha. Otra vez el guiño del
gordo, al que ahora se sumaba mi respuesta: 'Papita pal loro' -le
dije. Antes de los 40 minutos perdíamos 3 a 0. Me quería morir.
Terminó el sufrimiento casi al mismo tiempo en que nacía otra
época para el fútbol argentino.
El
adiós a los mejores
En
la amarga vigilia de una noche sin cena, sin explicaciones, llena de
angustiante frustración, después de tres años de abstinencia,
volví a fumar. Allí sentí que todo estaba lejos, desde mis seres
queridos, mis recuerdos, mis ilusiones, mi Buenos Aires, mi
conocimiento, mi fútbol, hasta mi soberbia. Allí comencé a agitar
el pañuelo para despedir definitivamente, con perplejidad y
tristeza, una verdad absoluta que se alejaba en un tren con los
pasajeros de la impotencia. Imaginé el andén vacío, yo parado
frente al tipo de la mosqueta y las tres medias cáscaras de nuez
preguntándome dónde estaba la verdad, adónde había viajado, por
qué se había ido así, tan de golpe como la mina de un tango...
Miré la cara del tipo en mi intento desesperado por encontrar algún
gesto, alguna mirada que denunciara el escondrijo de la verdad por
debajo de la cobertura de la nuez; me animé a elegir en un nuevo
intento por acertar apuntando con mis ojos los dedos del malabarista
tramposo. Decidido, le dije: 'aquí', casi poniendo el pie sobre su
mano que apenas pudo dar vuelta la media cáscara para mostrarme la
realidad. Y la realidad apareció: ya no estaba más aquella
verdad absoluta de los mejores del mundo, quizá se había ido en el
tren de los seis goles. Ahora aparecía desafiante la 'mentira
absoluta' como dramática y latina referencia. Porque desde ese
momento pasaríamos a ser los peores, con la urgencia de buscar
nuevos modelos y copiar todo sin discernimiento previo, renunciando a
todo lo que seguía siendo nuestro y sin separar lo útil de lo
decididamente inservible.
Así empezó un nuevo tiempo para una producción nacional castigada hasta la exageración; la posibilidad importadora en lo que mucho se importaba y poco importaba. Del cristal al espejito, todo valía si venía de afuera.
En su regreso a Ezeiza, la selección argentina, después de lo que pasó a llamarse el desastre de Suecia, fue esperada por una multitud enardecida que le arrojó monedas -lo que es bastante decir- y le mostró los dientes de su disgusto. De aquí en adelante los jugadores mismos sufrirían el juicio popular, de gente mal informada, de una prensa muy acotada en sus conocimientos, que primero los elogió -con razón o sin ella- para después quemarlos en la pira que alejara los malos espíritus para siempre. Poco o nada de reflexión madura y mucho o todo de un sálvese quien pueda, por no haber sabido defender el prestigio del fútbol argentino en esta contienda internacional. Y creo que en el pecado está la penitencia: por no haber sabido... precisamente por eso, por creer saberlo todo cuando, en realidad, no se sabe nada.
Las nuevas corrientes tácticas y la predisposición al consumo de un nuevo discurso terminaron por volcar ingredientes, tan flamantes como de dudoso origen y calidad, sobre la mesa servida del fútbol argentino. El tremendismo metió la situación nueva en una apelación vieja. Todo lo viejo pasó a no servir y todo lo nuevo, a valer. De esta manera se inicia una etapa que desemboca en 1962, año del Campeonato Mundial de Chile.
Las monedas que llovieron sobre los jugadores, técnicos y dirigentes aquel día en Ezeiza, tenían acuñadas la cara de la frustración. Solo la mala puntería de esa misma gente que se sentía estafada quiso que los monedazos no alcanzaran al periodismo (nada más que por eso, por la mala puntería) ya que éste le habría sabido vender a muy buen precio un falso cargamento de ilusiones sin sustento.
Esa exteriorización pasional, violenta hasta la agresión, quedó registrada como el ademán de un sector que, de esta manera, rompía el vínculo de unión entre los protagonistas y el público, que en definitiva se sintió vengonzozamente representado.
Nadie invirtió un minuto en el análisis de la situación. ¿Qué había pasado con aquellos gladiadores que retornaban vencidos de una guerra a la que habían partido y llegado sin armas, sin sostén logístico, sin conocer el terreno de las operaciones ni a sus enemigo? Si les habían dicho que eran los más fuertes, los mejores equipados, los más vivos, los que no necesitaban conocer al enemigo. Si eran los mejores, ¿cómo habían fracasado estrepitosamente?
La moneda sin rasgos, anónima por fuera, que caía sobre las cabezas de aquellos pequeños soldados derrotados, era lanzada por odio por quienes también habían perdido y se sentían lastimados sin saber por qué. Comenzaban a comprender, sin saberlo, que el blanco eran ellos mismos, que buscaban su propio castigo en las figuras de esos otros para esconder el estrépito del cachetazo a su propia soberbia. Sí, se habían convencido de ser los mejores para todo, en un país en el que se comía como en ninguna otra parte, en donde todo se arreglaba con una cuota de picardía e ingenio, en el país del menor esfuerzo, el de tirar semillas al voleo porque total todo crece y se reproduce porque sí, en el país de... Dios. Pero la realidad los obligaba a realizar un mero ejercicio semántico o dialéctico, porque la verdad cotidiana les gritaba que no comían mejor que en otras partes, que el ingenio chiquito y la baja estatura de la picardía eran una excusa de vida muy corta y que jugaban de titulares porque no había otros mejores...
Esos jugadores que llegaban a Ezeiza no eran los mejores del mundo porque, sencillamente, en el viaje de ida tampoco lo habían sido. Les tocó salir a la cancha a diferencia de otros argentinos que ganaban otros partidos sin jugar. A aquéllos los había convocado la hora, les había llegado el turno; a éstos les tocaría más adelante, como si la historia demorara ex profeso su salida a la cancha reteniéndolos en un túnel vacío y oscuro.
Había llegado el momento de un nuevo tiempo cargado de necesidades y premuras que, naturalmente, iba a desembocar en un apresuramiento cuya consecuencia entregaría un diagnóstico superficial del fenómeno.
El precio de la falta de competencia internacional a favor de un supuesto resguardo político (no compito, ergo, no puedo perder) había ubicado al fútbol argentino en el confuso campo del desconocimiento, y lo había enfermado de urgencias para encontrar las soluciones adecuadas.
Así empezó un nuevo tiempo para una producción nacional castigada hasta la exageración; la posibilidad importadora en lo que mucho se importaba y poco importaba. Del cristal al espejito, todo valía si venía de afuera.
En su regreso a Ezeiza, la selección argentina, después de lo que pasó a llamarse el desastre de Suecia, fue esperada por una multitud enardecida que le arrojó monedas -lo que es bastante decir- y le mostró los dientes de su disgusto. De aquí en adelante los jugadores mismos sufrirían el juicio popular, de gente mal informada, de una prensa muy acotada en sus conocimientos, que primero los elogió -con razón o sin ella- para después quemarlos en la pira que alejara los malos espíritus para siempre. Poco o nada de reflexión madura y mucho o todo de un sálvese quien pueda, por no haber sabido defender el prestigio del fútbol argentino en esta contienda internacional. Y creo que en el pecado está la penitencia: por no haber sabido... precisamente por eso, por creer saberlo todo cuando, en realidad, no se sabe nada.
Las nuevas corrientes tácticas y la predisposición al consumo de un nuevo discurso terminaron por volcar ingredientes, tan flamantes como de dudoso origen y calidad, sobre la mesa servida del fútbol argentino. El tremendismo metió la situación nueva en una apelación vieja. Todo lo viejo pasó a no servir y todo lo nuevo, a valer. De esta manera se inicia una etapa que desemboca en 1962, año del Campeonato Mundial de Chile.
Las monedas que llovieron sobre los jugadores, técnicos y dirigentes aquel día en Ezeiza, tenían acuñadas la cara de la frustración. Solo la mala puntería de esa misma gente que se sentía estafada quiso que los monedazos no alcanzaran al periodismo (nada más que por eso, por la mala puntería) ya que éste le habría sabido vender a muy buen precio un falso cargamento de ilusiones sin sustento.
Esa exteriorización pasional, violenta hasta la agresión, quedó registrada como el ademán de un sector que, de esta manera, rompía el vínculo de unión entre los protagonistas y el público, que en definitiva se sintió vengonzozamente representado.
Nadie invirtió un minuto en el análisis de la situación. ¿Qué había pasado con aquellos gladiadores que retornaban vencidos de una guerra a la que habían partido y llegado sin armas, sin sostén logístico, sin conocer el terreno de las operaciones ni a sus enemigo? Si les habían dicho que eran los más fuertes, los mejores equipados, los más vivos, los que no necesitaban conocer al enemigo. Si eran los mejores, ¿cómo habían fracasado estrepitosamente?
La moneda sin rasgos, anónima por fuera, que caía sobre las cabezas de aquellos pequeños soldados derrotados, era lanzada por odio por quienes también habían perdido y se sentían lastimados sin saber por qué. Comenzaban a comprender, sin saberlo, que el blanco eran ellos mismos, que buscaban su propio castigo en las figuras de esos otros para esconder el estrépito del cachetazo a su propia soberbia. Sí, se habían convencido de ser los mejores para todo, en un país en el que se comía como en ninguna otra parte, en donde todo se arreglaba con una cuota de picardía e ingenio, en el país del menor esfuerzo, el de tirar semillas al voleo porque total todo crece y se reproduce porque sí, en el país de... Dios. Pero la realidad los obligaba a realizar un mero ejercicio semántico o dialéctico, porque la verdad cotidiana les gritaba que no comían mejor que en otras partes, que el ingenio chiquito y la baja estatura de la picardía eran una excusa de vida muy corta y que jugaban de titulares porque no había otros mejores...
Esos jugadores que llegaban a Ezeiza no eran los mejores del mundo porque, sencillamente, en el viaje de ida tampoco lo habían sido. Les tocó salir a la cancha a diferencia de otros argentinos que ganaban otros partidos sin jugar. A aquéllos los había convocado la hora, les había llegado el turno; a éstos les tocaría más adelante, como si la historia demorara ex profeso su salida a la cancha reteniéndolos en un túnel vacío y oscuro.
Había llegado el momento de un nuevo tiempo cargado de necesidades y premuras que, naturalmente, iba a desembocar en un apresuramiento cuya consecuencia entregaría un diagnóstico superficial del fenómeno.
El precio de la falta de competencia internacional a favor de un supuesto resguardo político (no compito, ergo, no puedo perder) había ubicado al fútbol argentino en el confuso campo del desconocimiento, y lo había enfermado de urgencias para encontrar las soluciones adecuadas.
ARQUEROS
CON GUANTES
Vestimenta:
Los guantes se suman a la indumentaria de los arqueros. El primero en
usarlos es el ruso Lev Yashin. Como norma general, la indumentaria es
contratada por cada Asociación en exclusividad y la elección de los
botines queda a cargo de cada futbolista.
PELÉ EL MÁS JOVEN DEL MUNDIAL 58
ALGÚNOS
NÚMEROS
Números:
6-1 fue la peor goleada de la selección Argentina en la historia de
los Mundiales, fue ante Checoslovaquia.
53
países se inscribieron e interesaron para participar de esta edición
del Mundial. 7-3 le ganó Francia a Paraguay en el partido con más
goles. 8 futbolistas de Inglaterra murieron en un accidente aéreo
con el equipo de Manchester United. 8 jugadores paraguayos a lo largo
del torneo firmaron contrato con clubes extranjeros.
0 A 0 ABURRIDO
0 A 0 ABURRIDO
Brasil
e Inglaterra jugaron el primer 0-0 en la historia de los Mundiales.
Pela
primeira vez na história das Copas uma partida terminou empatada em
0 x 0. O jogo foi entre Brasil e Inglaterra, válido pelo grupo 4 da
primeira fase. Ao final da partida, os jogadores nao sabiam o que
fazer, pois pensaram que o juiz daria prorrogação.
EL
PRIMER MUNDIAL IRLANDES
Irlanda
del Norte tuvo su primer participación mundialista destacándose el
atacante Mc Parland (autor del gol contra Checoslovaquia en el
alargue) y el guardameta Gregg.
CANSANCIO
IRLANDES
Clasificados
a cuartos los irlandeses no soportaron al ataque frances cayendo 4 a
0, el partido fue en Norrkoeping, la explicación de los
representantes del Ulster fue que Irlanda tres días antes había
afrontado un difícil encuentro con Checoslovaquia con un largo
alargue, luego de eso los verdes debieron viajar 600 km en autocar
hasta llegar a la ciudad sede del partido de Cuartos.
LA
TÉCNICA EN SUECIA 58
El
planteo tradicional de 4-2-3 que jugaron los brasileños en Suiza 54,
bajo la dirección de Aimoré Moreira, paso a ser historia cuatro
años más tarde.
Brasil
llegó a campeón sosteniendo la base con sus jugadores de alta
tecnica individual, pero aplicando criterios modernistas sobre su
constitución y mecánica conjunta. Los brasileños tras el éxito
alemán en Suiza, comprendieron que la sola formula de la habilidad
no era suficiente y procuraron encontrar un termino medio entre el
avance científico-atlético de las escuadras europeas y su capital
natural de buenos jugadores . Lo más cercano a su personalidad era
la dinámica que cuatro años antes habían mostrado los húngaros, y
en ellos se inspiraron para crear el equipo campeón en Suecia.
En
1958 Brasil presentó un 4-3-3 con un lateral libre en su ofensiva,
mostrando con el resto de sus planteamientos los efectos de la
influencia hungara.
Zito
el volante derecho, era por ejemplo, una copia perfecta de Bozsik. La
estrategia de Didí recordaba a la Hidegkuti con sus pases al vacío
La
variante empleada en Suecia establecía la línea de fondo con Djama
Santos, Bellini, Orlando, éste algo más adelantado, y Nilton Santos
. En la zona de volantes, Zito y Didí recibían la compañía de
Zagalo que, con el once en su espalda ayudaba al centro del campo y
creaba un vacío en su lateral que era cubierto por la movilidad
constante de Pelé o por las subidas de Niltón Santos-
Garrincha
era el más aplicado en su función de extremo derecha, aunque
también retrocedía para juntarse con Zito.
Vavá
era a punta de hábil regate, rápida zancada y sentido del desmarque
que desconcertaba a las dfensas contrarias. Pese a la común
aseveración de que Brasil jugó siempre un 4-2-4, su disposición
táctica demostró lo contrario y aquí estuvo la clave de su éxito.
En
Suecia, además destacaron algunas individualidades que iban a marcar
las décadas posteriores.
Pelé,
con solo 17 años, demostró su indudable condición de genio del
balompié, confirmando que la capacidad de un futbolista a nivel
técnico no tiene límite y que es posible superar las cualidades de
un Di Stefano.
LOS
EXTRATERRESTES DE SUDAMERICA
Luego
que Brasil derrotase a la URSS el D.T Sovietico Gabriel Katchalin
dijo de los brasileños “Son de otro planeta. No juegan como los
humanos”.
CANTANDO
GOLES
El
marroquí Just Fontaine no solo hacía estragos en las defensas
contrarias, atravesando piolas, sino que también destrozaba
corazones entre las legiones femeninas que le seguían en su otro
“hobby”; la canción francesa.
Con
una figura que se aproximaba bastante al tipo de galán que difundió
Alain Delon desde el lienzo cinematografico. Fontaine invadió el
escenario para volcar melodías que Sablon o Trénet ponían en los
oídos y los labios de los parisinos.
Con
el compositor y cantante Gil Bernard – que compartía sus
presentaciones en público – inició una breve carrera artistica,
que no continuo a pesar de que un empresariio llegó a ofrecerle un
contrato de 300.000 francos de los de antes, por noche . La oferta le
causó mucha gracia, pues nunca había imaginado que pudiera cambiar
la pelota por el micrófono.
MARIO
EL RAPIDO
Mario
Américo, el pintoresco masajista pelado que acompañó a decenas de
delegaciones brasileñas, espero el pitazo final del frances Guigue
para apoderarse del esférico con que se había disputado el match de
desenlace del VI Mundial.
El
árbitro, que se había preparado para que nadie le sacara ventaja en
ese mismo propósito, se distrajo por unos segundos, y cuando fue en
busca de la pelota vio pasar, disparando a Mario Américo apresando
el preciado trofeo.
Velocista
como era, el moreno paró en el vestuario sin que Monsieur Guigue
pudiera darle alcance.
EL
ÚLTIMO BESO
Cuando
Bellini levanto la Copa Vittorio Pozzo ex Director Tecnico de Italia
Bi-Campeón Mundial en los años 30 se aproximo y le dijo al zaguero
del Vasco da Gama “Permitame besar algo que fue mío, y nunca más
volvera a serlo”. Y Bellini olvido por unos segundos su euforia
para unirse a la emoción del “signore” Pozzo.
SUECIA
SENIORS
Con
motivo de la consagración como Campeón Olímpico de Londres (1948)
el fútbol sueco sufrio un saqueo verdaderamente desangrante.
El
D.T el ingles George Gaynor en pocas semanas logró reunir a los
entrealas : Andy Gren y Nils Liedholm; a los punteros Hamrim y
Skoglund repescó asimismo a los delanteros Melberg y Simonsson y al
eje medio Julli Gustavsson, que imponía su clase en el Atalanta de
Bergámo.
Con
algunos de esos hombres aproximandose a los 38 años se concretó una
alineación que cedía velocidad lo que ganaba era en concepción
lúcida de la estrategia a emplar.
EL
TIMIDO ADOLESCENTE “GASOLINA”
Edson
Arantes Do Nascimento era hijo de Joao Ramos do Nascimento, jugador
del Atlético Mineiro más conocido por “Dondinho” . El chico
había nacido el 23 de octubre de 1940 y le llamaban “Gasolina”
por que despachaba nafta en una estación de servicio. Ya empezaba a
acumular en sus “championes” todo el combustible capaz de hacer
explotar a los públicos del mundo entero con sus maravillosos mil y
pico de goles. Jugaba en el equipo juvenil del Baurú Athletic Club,
llamado “Baquinho” donde venía observandolo Waldemar De Brito
(mundialista en el 34) por entonces entrenador de la institución
además periodista. A “Gasolina” empezaron a llamarlo “el
ahijado de Waldemar” que insistía en que el “garoto” podía
llegar muy lejos.
Elba
de Papua Lima- el popular “Tim”- también se interesó por el
muchacho y quiso llevarlo al club que dirigía el Bangú, de Río de
Janeiro; pero Waldemar optó por confiarle a su “protegido” al
amigo “Lula”, DT del Santos. De la impresión que “Gasolina”
le causó a “Lula” documenta, mejor que nada el hecho de que
antes de cumplir 16 años – el 7 de setiembre de 1956- el que sería
“Pelé” para Brasil y el mundo debutaba en el Santos – dos años
más tarde brillaría en el Mundial de Suecia.
ZITO Y PELÉ PASEAN POR CALLES DE ESTOCOLMO
EL
DEBUT DE PELÉ
Pelé
anoto su primer gol (un golazo) en Mundiales contra País de Gales ,
primero hizo un sombrero al defensor Gales y luego mando el balón al
fondo de las redes .
SEGUNDA
FASE
Nas
Quartas, o Brasil enfrentou a forte defesa do País de Gales. Nesta
partida Pelé brilhou. Ele aplicou um drible curtíssimo em seu
marcador ("chapéu") e girou de primeira para marcar o
único gol do jogo. A França encarou a Irlanda do Norte em partida
de grande atuação de Just Fontaine, que marcou dois dos quatro gols
da vitória dos Bleus, por 4x0.Helmut
Rahn marcou
o único gol da partida entre alemães e iugoslavos, colocando os
germanos na semifinal. Os donos da casa bateram os soviéticos por
2x0.
Na
semifinal a Suécia continuou sua escalada ao derrotar a Alemanha
Ocidental por 3 a 1 num jogo conturbado, onde os megafones do estádio
engrossavam o coro da torcida. Provocações aprendidas pelos suecos
no futebol italiano fizeram com que o alemão Erich
Juskowiak fizesse
uma falta violenta e fosse expulso. O capitão alemão Fritz
Waltersofreu
uma contusão que encerraria sua carreira após uma falta, e como
substituições só puderam ser feitas após a Copa
de 1970,
o time alemão ficou com dois jogadores a menos.
Na
outra partida, um grande duelo. A melhor defesa (Brasil) contra o
melhor ataque (França). O Brasil faz uma exibição brilhante, com
Pelé, Garrincha e Didi em um grande dia. Ainda que os franceses
tivessem saído na frente, grandes atuações do time brasileiro se
refletiram no resultado: 5 a 2 Brasil. A França arrasa a Alemanha
pelo terceiro lugar em um 6 a 3 histórico com quatro gols de Just
Fontaine. Fontaine terminou a Copa com 13 gols e é até hoje o
artilheiro com maior número de gols dentro de uma única Copa do
Mundo.
EL
SUPER GOLEADOR : JUST FONTAINE
El
primer futbolista francés famoso en el mundo fue Lucien Laurent, que
metió el primer gol en un campeonato del mundo en 1930 en el partido
contra México y falleció en abril del 2005 a la edad de 97 años.
Pero
el señor de los goles, la primera gran estrella, el primer “jugador
de oro“ de los franceses fue Just Fontaine. Los fans llaman a este
hombre con gran respeto “Señor Dinamita“.
Fontaine
no nació en Francia sino en Marrakech, Marruecos, el 18 de agosto de
1933, como hijo de un padre del norte de Francia y de una madre
española. La familia numerosa Fontaine la componían además de los
padres cinco hijos y dos hijas. A deseos de su padre, que trabajaba
en el sector del tabaco, Just debía haberse dedicado al baloncesto y
al atletismo y estudiar medicina. Pero el hijo se salió con la suya
de jugar al fútbol y ganó el campeonato juvenil en su primera
temporada con el AC Marrakech. A través del USM Casablanca, en el
que salió goleador marroquí, su trayectoria profesional le llevó a
Francia con 20 años.
Allí
Fontaine jugó en Niza, con el que se llevó la copa y al año
siguiente el campeonato nacional, y en Reims, en cuyas filas fue dos
veces el mayor goleador francés. Pero la mayor tribuna de su estilo
de jugar y de su arte goleadora fue la Copa Mundial de 1958 en
Suecia.
Este
torneo fue suficiente como para formar parte con posteriores ídolos
como Platini o Zinedine Zindane de las afortunadas generaciones de
futbolistas del país hasta la actualidad. El secreto de
su popularidad es un mérito hasta ahora nunca alcanzado
en la historia de los mundiales: Fontaine desde el torneo en Suecia
mantiene el récord de haber realizado el mayor número de goles en
una final de la Copa Mundial. En 1958 metió 13 goles, como mínimo
un gol en cada uno de sus seis juegos. Y Fontaine ni siquiera tuvo
que convertir los dos penaltis que se le dieron a Francia.
En
el 7:3 contra Paraguay Fontaine acertó tres veces. En el 3:2 contra
Yugoslavia metió dos goles. En el tercer partido contra Escocia
(2:1) logró meter un gol. En los cuartos de final contra Irlanda del
norte (4:0) marcó el mediocampista otros dos goles. En la semifinal
contra el posterior campeón mundial Brasil (2:5) Just fue
responsable de uno de los goles. El momento cumbre fue en el partido
por el tercer puesto contra Alemania: En el 6:3 mandó cuatro veces
al guardameta alemán Kwiatkowski dentro de la red.
La
camiseta con el número 13 fue para Just Fontaine un símbolo de la
suerte. Pues Fontaine, que hasta entonces sólo había realizado
cuatro partidos internacionales, sólo entró en la formación del
entrenador Paul Nicolas, porque su camarada de club Rene Bliard se
tuvo que quedar lesionado en Reims. Al parecer la doble victoria del
Campeonato y de la Copa con su club Stade Reims había puesto en
forma al goleador Fontaine para la Copa Mundial. Lo curioso fue que
Fontaine salió al partido con botas prestadas de fútbol. Después
de sus 13 goles, el goleador récord devolvió las botas a su
camarada de equipo Stéphane Bruey.
Entre
tanto la clasificación de los mejores goleadores de la Copa Mundial
la encabeza el alemán Gerd Müller. Pero el alemán necesitó para
sus 14 goles dos torneos mundiales (1970 y 1974). Siguen los
brasileños Pelé y Ronaldo con doce goles. Fontaine a pesar de su
bendición de goles no se sintió nunca feliz, pues Pelé le robó el
espectáculo en la Copa Mundial en Suecia. En el duelo directo entre
Brasil y Francia, Pelé destrozó el sueño final de Fontaine con
tres goles. En el día 24 de junio de 1958 la estrella francesa metió
un sólo gol mientras que Pelé, con sus 17 años, pasó a
convertirse con tres goles en el nuevo héroe brasileño.
Fontaine
comprendió su gran mérito, aunque con algunos años de retraso:
“Más tarde me di cuenta de lo que había logrado. En aquel
entonces nadie daba nada por el goleador.“ El que sin sus colegas
de la delantera no hubiera logrado nunca su botín de goles, Fontaine
dijo: “Acerté tantas veces porque me lanzaba con Raymond Kopa y
siempre jugábamos un fútbol de ataque. En seis partidos metimos
ambos juntos 16 goles y como equipo más de 23 goles."
Pero
la suerte de Just Fontaine se distorsionó después de esta Copa
Mundial. En 1960 metió contra Chile sus goles número 29 y 30.
Cuatro días más tarde, el 20 de marzo, el mediocampista se quebró
por primera vez la espinilla izquierda en el partido de Liga contra
FC Sochaux Montbéliard. El jugador de 27 años tuvo que pausar diez
meses, y después se volvió a romper la misma pierna. Después de
una larga pausa siguió una operación del talón de Aquiles. El
cometa Fontaine se había consumido.
Pero
su balance permaneció digno de verse: En 21 partidos Fontaine metió
30 goles para el Equipo Tricolor. En su carrera profesional desde
1950 hasta 1962, su mayor éxito fue la participación en la final de
la Eurocopa de los campeones de liga de 1959 contra el Real Madrid.
En total el muchacho moreno de 1,72 metros de altura y 73 kilos de
peso ha de haber metido más de 400 goles en
450 partidos para Casablanca, Niza, FC Reims y Stade de Reims.
Después
de finalizar su carrera activa, Fontaine fue Presidente de la
Asociación francesa de jugadores, durante corto tiempo entrenador en
Toulouse y responsable de la selección nacional, pero se dedicó
ante todo a su negocio de artículos de deporte en Toulouse. En
febrero de 2005 la Asociación Francesa de Fútbol (FFF) le concedió
a Just Fontaine una medalla de honor después de haber sido elegido
el mejor jugador de Francia de los últimos 50 años dentro del marco
de las celebraciones del aniversario de la UEFA . El fenómeno
Fontaine lo explicaba el afectado con toda modestia: “Todo lo que
he llegado a ser, se lo debo a Raymond Kopa. Pues fue mi amigo el que
me quitó mis entorpeces y practicó conmigo los pases que nos
llevaron a meter goles."
El
goleador francés, por haber sido el máximo artillero del torneo se
hizo acreedor de un fusil de fabricación sueca.Fontaine,
aprovechando su bien ganada popularidad como futbolista decidió
lanzar su carrera como cantante, el futbolista, portador de una voz
suave y agradable, vendió bastantes discos. El goleador galo declaró
en su momento de mayor auge musical: “Se que no soy un gran
cantante, pero me pagan muy bien y no es culpa mía que a otros, que
quizá canten mejor, les ofrezcan menos”.